Estas últimas
semanas, hemos visto como varios países tienen la intención de implementar
medidas proteccionistas, incluso algunos ya han implementado esas medidas.
Estos países se escudan en el argumento de que implementan estas medidas ara
proteger su industria nacional. Sin embargo, estas medidas lo que hacen es
perjudicar al consumidor, al proteger productores que muchas veces, no todas,
suelen ser incapaces de ser competitivos.
El proteccionismo
surgió en el siglo XVII como una política en la que se buscaba limitar lo más
posible las importaciones. Los que apoyaban esta política consideraban
afortunado aquel país que vendía más bienes de los que compraba, pues una balanza comercial de carácter favorable significaba que
entraba oro en el país para pagar su exceso de exportaciones. Sin embargo, una
acumulación de oro o de dinero no tiene porque mejorar el nivel de vida de un país, puesto que el dinero no
posee valor en sí mismo, sino por lo que puede comprarse con él en otros
países.
La mayoría de los
economistas, en la actualidad, rechazan la idea de que la recaudación de
aranceles para tener un superávit comercial mejora el bienestar económico de un
país. Es muy fácil decirlo, pero a veces no tanto llevarlo a cabo, y mas
cuando existen presiones de los sectores productivos del país en que se
implementan estas políticas, que ven la entrada de productos extranjeros como
una amenaza para su beneficio.
El proteccionismo
presenta dos principales consecuencias negativas.
1. Protección a empresas
nacionales que muchas veces no son competitivas.
2. Limitación en la oferta de
productos de mejor calidad y mejor precio a los consumidores
De esta manera, quizá los países deban reconsiderar la implementación de este tipo de políticas.
LCI Roberto Anaya García
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